agosto 18, 2025
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Redacción

Bolivia celebró este domingo comicios generales para elegir presidente, vicepresidente y renovar por completo su Congreso. Sin embargo, la jornada cerró sin un ganador definitivo: ningún candidato alcanzó el mínimo requerido del 40% de los votos con una ventaja de al menos 10 puntos sobre su rival más cercano, por lo que el país se encamina a una segunda vuelta el próximo 19 de octubre.

Los dos aspirantes que competirán en el balotaje serán Rodrigo Paz Pereira y el exmandatario Jorge “Tuto” Quiroga, quienes lograron colocarse como los dos favoritos en una contienda marcada por el desencanto ciudadano y la fragmentación del voto.

Las elecciones se llevaron a cabo en un clima tenso, con el Movimiento al Socialismo (MAS) —el partido que ha dominado la política boliviana desde 2006— llegando debilitado tras enfrentar la peor crisis económica en décadas, escasez de combustibles y una caída en su base de apoyo.

La izquierda presentó una oferta dividida. Andrónico Rodríguez, líder cocalero y exaliado del MAS, se postuló como independiente y captó parte del voto rural, aunque su presencia en las encuestas fue limitada. Por su parte, el candidato oficial del MAS, el exministro Eduardo del Castillo, tuvo un desempeño marginal.

Según las encuestas más recientes, elaboradas por el Americas Society/Council of the Americas, el empresario Samuel Doria Medina encabezaba la intención de voto con 19.6%, seguido por Jorge Quiroga con 16.6%. No obstante, tras el conteo preliminar del domingo, fue Rodrigo Paz Pereira —alcalde de Tarija e identificado con el centro político— quien sorprendió al entrar al balotaje con una ligera ventaja sobre Doria Medina.

El expresidente Evo Morales, quien estuvo fuera de la contienda por una prohibición legal, pidió boicotear las elecciones. Sin embargo, su capacidad de movilización parece haber disminuido considerablemente.

Además de la elección presidencial, se eligieron 130 diputados y 26 senadores. El Tribunal Supremo Electoral implementó este año un nuevo sistema de transmisión de resultados, mediante el cual las actas son fotografiadas y enviadas directamente desde los centros de votación para evitar sospechas de fraude, como las que provocaron la crisis de 2019.

Con la segunda vuelta en el horizonte, Bolivia entra en una nueva etapa de definiciones, donde la gobernabilidad, la reactivación económica y la legitimidad democrática estarán en juego.

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